El destino de la bestia. La liberación del hombre. El enfrentamiento del héroe ante sus mayores miedos y las adversidades proféticas. Odio, furia y resentimiento al millón. 

Robert Eggers conjura un artificio vengativo, embrujado y muy podrido por dentro. Un viaje en ácido, a la par de esotérico, a una vendetta vilmente necesaria para nuestro protagonista, quien tras haber perdido todo lo que tenía en su vida, ha jurado arrebatarle la existencia al culpable de su martirio. Caí rendido ante la descarnada elegancia que The Northman presenta en su folclore nórdico, una tierra repleta de creencias y profecías por cumplir que le dan sentido a los hombres y los lleva a su trascendencia, así como a su perdición.

Persiste ese misticismo en torno a los rituales vikingos, en el que las revelaciones divinas del augurio de Amleth parecen cumplirse como si estuviese escrito por un Dios, y creo que tanto Eggers como Sjón aciertan al momento de jugar con la fé de sus personajes para decorar la oscura fantasía del protagonista en algo aún más inquietante. Haciendo del relato una exquisita ambigüedad de incertidumbre y temores primitivos que persiguen a sus personajes.

Honores quebrados y traiciones entre familia son los elementos perfectos para que The Northman se luzca con una profundización caprichosamente meticulosa de la masculinidad en tiempos salvajes. Encuadrando sus secuencias monstruosas (¡el asalto a la aldea o la épica batalla final!) con tal precisión y gusto por los planos largos y medidos que vuelven la acción el triple de intensa. Dando lugar a que Skarsgård se desgarre los ligamentos y las cuerdas vocales por la visceralidad con la que encarna su papel.

Había pasado mucho tiempo desde que no veíamos una película de estudio tan empeñada consigo misma por ser emocionante, y creo que esta es uno de los primeros puntos de inflexión para que en el futuro hayan más como ella. 

La naturaleza (y los milagros) se pusieron del lado de nuestro simple mortal Amleth para que pudiera concebir su represalia. Eggers, por su lado, consiguió que esto haya sido su trabajo más enorme e imperfecto, pero a su vez, tremendamente alucinante. El plano final de The Northman no tan solo habla de la trascendencia de nuestro protagonista, sino que también demuestra que Robert está destinado al Valhalla.